Ahora que estamos en un proceso sinodal en la Iglesia universal precisamente para debatir sobre sinodalidad, me gustaría hacer un breve comentario sobre lo que significa sinodalidad (un caminar juntos)

La Iglesia, nos dice el Concilio Vaticano II, es una realidad en la que todos sus miembros somos iguales, igual dignidad que se da por el bautismo, por el cual nos unimos a Cristo en sus funciones profética, sacerdotal y regia, por tanto si todos somos iguales y estamos unidos a Cristo en estas tres funciones, todos tenemos una responsabilidad en la marcha de la Iglesia, todos debemos caminar juntos en la misión que tenemos de anunciar a Cristo y edificar su Iglesia.

Somos cuerpo de Cristo en el que cada uno cumple su función de acuerdo a su vocación y condición, por eso en la Iglesia hay distintas responsabilidades, por el sacerdocio ministerial, pero también por el sacerdocio común que se adquiere con el bautismo, en el cometido de participar por el bien de la Iglesia, anunciando a Cristo, participando de sus sacramentos, y contribuyendo en el gobierno de la Iglesia a través de los procedimientos previstos, uno de ellos la participación en los procesos sinodales.

Somos cuerpo de Cristo en el que cada uno cumple su función de acuerdo a su vocación y condición

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El papa en la exhortación apostólica Cristus vivit, dirigida especialmente a los jóvenes, plantea la pregunta ¿para quién soy yo? (nº 286) dentro del aportado acerca del discernimiento vocacional. Esta conlleva un camino de conocimiento de uno mismo y de Dios que plantea muchas preguntas y aventuras, pero siempre que quiera uno hacerse la pregunta.

Muchas veces se oye, y es verdad, que la vocación es el camino que Dios nos pone a cada uno para que alcancemos nuestra felicidad. Sin embargo, Dios, como Padre que nos ama, nos exige a cada uno que demos respuesta, como vemos en la parábola de los talentos (Mt 25, 14-30). Todos recibimos de Dios unos talentos y nos pide que los invirtamos y hagamos que se multipliquen.

El papa en la exhortación apostólica Cristus vivit, dirigida especialmente a los jóvenes, plantea la pregunta ¿para quién soy yo? (nº 286)

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Hoy en día en las librerías están muy de moda los libros de autoayuda, mientras que los de religión y los de espiritualidad están relegados a una pequeña sección. Estamos entrando en una época de fundirnos con el entorno en un todo y dejar fluir. Estamos en la época de Mindfulness, el Yoga, control de la respiración, técnicas de visualización, y un largo etc. Estas técnicas, sin embargo, tienen un peligro, y es que empiezan y acaban en nosotros mismos. Cuando rezamos hay una alteridad con el Otro (con letras mayúsculas) que es Dios. Es Dios cara a cara con nosotros. Por eso hacernos conscientes de que hay un Otro, que vela por nosotros a la vez que quiere que seamos libres es muy importante.

Ese encuentro es con Dios es como la relación con una persona, hay que cultivarla diariamente. Al acabar el día, San Ignacio de Loyola, que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI nos proponía como releer nuestra jornada ante Dios.

Para ello nos propuso cinco pasos.

  1. Entrada: Me pongo ante Dios, con todo lo que yo soy, con mi estado de ánimo, mis proyectos, mis limitaciones, mis virtudes.
  2. Gracia: Pido a Dios que me ilumine acerca de lo que he vivido en este día, hago un repaso del día.
  3. Acción de gracias: Pongo en su presencia los beneficios que hoy he recibido de Dios, las personas con las que he estado, aquellas que quiero llevar a su presencia porque están en dificultades, o agradecer que a tal o tal persona le haya ido bien en algo.
  4. Perdón: Considero aquí aquellas en las que he fallado, en las que tengo que mejorar, y le pido perdón.
  5. Oración de ofrenda: Todo lo que he rezado anteriormente lo pongo en sus manos, le pido que me proteja durante la noche y que como rezamos en la oración de completas del martes “Concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo el clarear del nuevo día”

El martes en el himno del rezo de completas rezamos “Velero inquieto marinero, ya mi timón preparo – tu el mar y el cielo claro – hacia el alba que espero”. Como marineros que somos hacia el alba que esperamos podemos hacer al final de la oración un cuaderno de bitácora y apuntar en él una palabra, un breve pensamiento que selle ese día de alguna manera.

Hace mucho tiempo que tenía ganas de leer El Principito, esa obra tan famosa de Antoine de Saint-Exupery. Era un libro que había intentado leer en varias ocasiones, pero cuya lectura había abandonado. El libro tiene frases impresionantes que pueden ayudar a conectar con lo trascendente, algo hoy en día muy poco en boga. La frase que me cautivo para comenzar la lectura fue: “Cuando el misterio es demasiado impresionante no es posible desobedecer”. En mi opinión son muchas veces en las que Dios se nos manifiesta y nosotros hacemos la vista gorda, como si no hubiéramos visto nada, porque el encuentro con Cristo es un encuentro que compromete. El Papa Francisco decía hace poco: – Tengo miedo de que el Señor pase y yo no lo reconozca. Si cada día pasamos nuestra vida por el filtro de lo sobrenatural y llevamos a la oración nuestras vivencias, aunque sean sencillas, veremos su paso por nuestras vidas.

Conectar con lo verdaderamente trascendente nos cambia la vida. Es verdad que entre Dios y nosotros hay una distancia tal que nuestras capacidades cognitivas encuentran limitaciones para comprender ese amor de Dios por nosotros. Como en su amor infinito ha querido encarnarse entre nosotros y vivir y sufrir como uno de nosotros. Lo que celebramos en la próxima Navidad.

El Principito también dice en otra parte: «Somos responsables de lo que domesticamos». Somos responsables llevados a la fe de cultivar nuestra relación con Dios, de cultivar un interior que nos haga mucho mas receptivos a ver a Dios en el otro, en el prójimo, también con quien convivo diariamente. Todos tenemos una parte clara y otra parte de nuestra vida mas oscurecida por el pecado, hay que alimentar la parte luminosa. Hay que alimentar la estela de santidad que todos los que nos han ido precediendo en la fe, a lo largo de la historia de la Iglesia nos han idos dejando. Es un botín de guerra, de guerra contra el mal, que todo buen cristiano de cualquier época de la Iglesia ha ido haciendo más grande.

En otro momento del libro hay otra frase memorable: «Si vienes, por ejemplo, a las cuatro de la tarde comenzaré a ser feliz desde las tres«. Es lo que vivimos en estos días. Sabemos que Jesús va a nacer y eso nos alegra el corazón, porque sabemos que la llama de la esperanza continua viva. Somos felices desde el Adviento porque es el mismo Señor quien viene, y para ello tenemos que preparar nuestro interior. Que podamos estar contentos desde las tres, desde el Adviento, porque a las cuatro, en Navidad, viene el Señor. Que sea una alegría desde Dios, una alegría que no se pasa que es serena, humilde, y que los demás la perciben. Que no sea la alegría efímera de lo que pasa y que se apaga al igual que el siete de enero se apagan las luces. Que nuestro deseo esta Navidad sea que cuando Jesús pase por nuestro lado le reconozcamos y se quede junto a nosotros.

De la mano de la oración de María cuando se encuentra con su prima Isabel comenzamos, tanto Jaime como yo, esta acción de gracias.

Proclaman nuestras almas la grandeza del Señor porque ha mirado nuestra humillación.

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DOS CORONAS

Una dinámica para la preparación de la solemnidad de Cristo Rey del Universo


“Entonces, la Virgen se apareció, llevando en sus manos dos coronas, una blanca y otra roja. Me miró con amor y me dijo que cuál de las dos escogía. La blanca significaba que yo sería siempre puro; la roja, que había de morir mártir. Sin vacilar, yo respondí a la Virgen: escojo las dos”

Sueño de San Maximiliano María Kolbe en el año 1917.


En la semana de preparación a la solemnidad del Jesucristo Rey de Universo, en el seminario, hemos tenido en nuestra capilla dos coronas: una dorada con brillantes y otra de espinas. Entre las dos había un cartel con una pregunta: ¿y tú, cual eliges?

Esa dinámica, junto con la experiencia espiritual que vivió san Maximiliano María Kolbe, nos han introducido en el Misterio de esta Solemnidad de Cristo Rey.

Kolbe fue un cura polaco, a quien es su tierna infancia se le apareció la Virgen María con dos coronas. María le pregunto que cual quería para él. Kolbe, sin dudar, escogió las dos. Esta elección le siguió toda la vida ya que a medida que crecía su fama y la de su periódico de la Inmaculada (corona de gloria), de igual modo crecieron sus sufrimiento hasta el punto de morir en uno de los campos de exterminio nazi (corona de espinas).

La vida de Kolbe y la presencia de estas dos coronas en nuestra capilla del seminario, nos han permitido profundizar sobre el sentido esencial y único de nuestro ser cristiano. Como todas las personas nuestras limitaciones y pecados están presentes, pero los cristianos tenemos una ventaja: Cristo lleva nuestras cargas con nosotros.

Esta dinámica nos ha recordado que Cristo está presente en nuestras vidas y nos ha permitido entrar de lleno en el retiro de Adviento del fin de semana, que ha sido acompañado por el sacerdote diocesano Alex Alonso.

Gracias a todos por vuestras oraciones, seguimos rezando por vosotros.

Hoy nos reunimos un día más en nuestras jornadas de puertas abiertas, pero esta vez con una intención especial, y es la de rogar a Dios por estos hermanos nuestros que viven en estas condiciones de persecución, muy a menudo ocultos incluso a nosotros mismos. Para ayudarnos nos acompaña un testigo directo de la persecución: un Cáliz profanado, utilizado como diana, en un templo destruido por mercenarios del grupo Daesh cuando tomaron la ciudad de Bagdedah-Qaraqosh, Iraq en el verano de 2014. Cuando en el verano de 2014, Daesh entró en Iraq arrasó todas las ciudades cristianas situadas en la llanura de Nínive, entre los ríos Tigris y Eúfrates. No quedaron casas ni colegios ni por supuesto templos intactos. Todo lo relacionado con el cristianismo fue arrasado, destruido o quemado. Los habitantes de la ciudad, la más cristiana del país, fueron obligados a huir sin nada a las montañas del Kurdistán Iraquí bajo amenaza de muerte. Pero no renegaron de su fe.

Este cáliz, Destinado por la Voluntad de Nuestro Señor a contener Su preciosísima Sangre en el vino eucarístico, se convierte para nosotros hoy en signo de Su mismo Corazón traspasado en la cruz, Corazón que entregó su sangre y derrama su Amor por todos los hombres de todos los tiempos, también en nuestros días y en nuestras vidas. En él, se pueden observar los destrozos de la bala que lo atravesó, pero también y más claramente, en este cáliz podemos percibir el sufrimiento de nuestros hermanos que siguen testimoniando la Salvación anunciada a los hombres por Nuestro Señor, hasta el punto de, aún hoy en día, derramar su sangre.

Pidamos a Nuestro Señor que esta sangre haga fecunda la fe de toda su Iglesia y hagamos presente en esta eucaristía el sufrimiento de tantos cristianos en el mundo perseguidos, discriminados y condenados a situaciones de pobreza extrema, e incluso en pleno tercer milenio martirizados a causa de su fe en Jesucristo.

El 25 de septiembre la comunidad del seminario dio comienzo al curso 2021-2022. Este día celebramos la Misa Votiva del Espíritu Santo, presidida por nuestro Obispo Monseñor Joseba Segura, en la Basílica de Begoña.
Después de la celebración tuvimos un momento de comunión en el que compartimos unos pinchos hechos por los seminaristas.

El seminario de Bilbao con las hermanas dominicas de Elorrio.

El 18 de septiembre a nuestra vuelta del camino de Santiago, los seminaristas visitaron la comunidad de dominicas de Elorrio. Fue un momento fraterno en el que pudimos profundizar en nuestro llamamiento a la santidad y la oración.

Tras más de veinticuatro horas de viaje llegamos a Quevedo, localidad en la que se encuentra la parroquia de Paulino Ordax, sacerdote diocesano de Bilbao. Una vez nos hemos ubicado y descansado, hemos tenido oportunidad de participar de manera activa en las primeras reuniones y hacernos presentes en la vida parroquial.

Hay dos características que nos han llamado la atención de la gente aquí en Quevedo: la primera es la presencia de Dios en la vida de cada una de las personas de la comunidad y al mismo tiempo la amabilidad, la hospitalidad, la acogida de la gente.

Tuvimos oportunidad de acompañar al grupo de Pastoral penitenciaria en la cárcel de la ciudad de Quevedo, donde vimos las condiciones que reúne el centro y el modo en el que viven los reclusos. Celebramos la Eucaristía y tuvimos oportunidad de dialogar a la conclusión de la misma, mientras las personas del grupo de Pastoral repartían pan entre los presos.

En Ecuador el curso Pastoral se encuentra en su mitad y a lo largo de esta semana se desarrollan una serie de actividades que se engloban en un proyecto que se denomina Misión.

La dinámica este curso consiste en llevar a cabo una serie de visitas a las casas, en las que se presenta el tema a tratar en torno a la familia y el matrimonio cristiano.

Se trata de una actividad en la que los jóvenes, junto con sus catequistas, visitan las casas de sus compañeros y llevan en la calle o en lugares habilitados para ello las actividades programadas en torno a la familia 

Hemos podido comprobar en primera persona, al visitar diferentes casas, las condiciones en las que viven aquí en Quevedo, alejados de las comodidades occidentales, pero con Dios presente en las vidas y en los corazones con una amabilidad y una hospitalidad que conmueve.

Durante nuestra segunda semana en Ecuador ha finalizado la actividad denominada Misión, que consiste en que los muchachos de la catequesis se reúnan con los padres y madres de su grupo en una casa que acoge la actividad cada día, al igual que las primeras comunidades. La Misión es una actividad donde hemos tenido oportunidad de comprobar como los grupos hacen piña al reunirse y celebrar y al mismo tiempo llevan a cabo la labor evangelizadora, ya que se exponen temas interesantes que contribuyen a difundir el reino de Dios. La temática de la Misión ha sido la familia y el matrimonio cristiano.

Por otra parte, con motivo de la celebración de un encuentro diocesano de Caritas, en los preparativos hemos tenido oportunidad de desplazarnos a Vinces y Palenque, que son las localidades en las que se asentaron hace más de setenta años los primeros misioneros vascos en Ecuador. Tuvimos ocasión de visitar la tumba del padre D. Máximo Guisasola Arizmendiarreta, uno de los pioneros en ofrecerse para ser destinado en tierra de misión de la diócesis (entonces Vitoria) dentro del programa de Propaganda Fidei. Una placa de Misiones Diocesanas Vascas recuerda a los misioneros en su conjunto destacados en Ecuador a lo largo de los años.

En la localidad de Calceta hemos tenido ocasión de compartir en un encuentro de sacerdotes de El Prado, con ocasión del compromiso de su párroco con una nutrida representación de curas de la zona. Se da la casualidad que la iglesia de Calceta ha recibido ayuda de la diócesis de Bilbao para su reparación, ya que con ocasión del terremoto de hace tres años su estructura quedó seriamente dañada. A la conclusión de la celebración se comió una paella en la casa cural y en la sobremesa salieron los nombres de tantos misioneros vascos que a lo largo de los años han pasado y acompañado a la gente de Ecuador y concretamente en Los Ríos.

El miércoles, día 14 de agosto, en Guayaquil en la casa del obispo auxiliar Monseñor Giovanni Battista Piccioli fuimos invitados a celebrar un encuentro con las familias de los seminaristas de Bilbao David Garrido y Marco Antonio Muñoz. El anfitrión nos deleitó con un almuerzo que dio paso a una interesante sobremesa en la que compartimos junto a los familiares de nuestros seminaristas de origen ecuatoriano. El encuentro se nos hizo corto porque tuvimos que partir en dirección a Quevedo que se encuentra a tres horas de viaje. Interesante y agradable momentos que pasamos en casa de D. Giovanni al tener ocasión de saludar y conocer a las familias de nuestros compañeros.

Por otra parte, en esta tercera semana, es el turno de La Misión en la parroquia de la que también es titular el padre Paulino, Playa Grande. La tónica general ha sido el abierto recibimiento en las casas a todos los participantes. La amabilidad y la generosidad ha sido la característica dominante.

Los tres integrantes de la expedición estamos colaborando con los diferentes grupos de la parroquia en actividades catequéticas, con grupos de monaguillos, en las escuelas en la clase de religión, además de las actividades ya citadas.

Queda una semana por tierras ecuatorianas para Imanol y Jaime. Aitor Uribelarrea parte para Bilbao en unas horas. En una próxima entrega daremos cuenta de las actividades que restan:

  • Encuentro de Cáritas de la diócesis de Babahoyo,
  • Encuentro en el circo,
  • Procesión de Divino Niño,
  • San Jacinto

Una vez finalizada la experiencia misionera en Ecuador y ya de regreso en Bilbao, nos gustaría remarcar algunas de las últimas actividades en las que acompañamos al sacerdote diocesano Paulino Ordax.

La mañana del jueves 17 visitamos nuevamente la cárcel, donde compartimos con los presos y los voluntarios de la pastoral penitenciaria la celebración de la Eucaristía y unos momentos de conversación. Ya por la tarde – noche acudimos al circo, donde tuvimos oportunidad de acompañar a las familias y ver como grandes y pequeños disfrutaban del espectáculo ofrecido.

El viernes 16 finalizamos la «Semana Misionera» en la iglesia de la Sagrada Familia de Nazareth y con el tema de la familia y el cuidado de la casa común participamos del encuentro con todos los grupos que habían formado la actividad. La experiencia fue enriquecedora, ya que nos permitió compartir en común a todos los grupos, a la vez que observar y participar de la felicidad y alegría contagiosa de la gente poniendo fin a la semana con una chocolatada. Una vez más asistimos a la expresión manifestada en la sencillez del deseo de compartir y de como la acción de Dios no está en lo que se comparte sino en el compartir.

El sábado 17 participamos en Vinces en un encuentro diocesano de Cáritas en el que el tema central fue la ecología y el cuidado de la Casa Común. Al volver a Quevedo compartimos con un grupo de jóvenes (18-20 años) quines nos invitaron a dinamizar su encuentro, lo cual hicimos con agrado invitándoles a reflexionar como Jesús se entrega por amor a nosotros por medio de unas lecturas bíblicas que comentamos.

El domingo 18 participamos de la misa dominical junto con la multitud que acude a la parroquia y luego fuimos invitados a la comida en la parroquia del Divino Niño porque tomaba posesión el nuevo párroco y así tuvimos ocasión de saludar al obispo de Babahoyo, Mons. Skiper Yañez, a quien tuvimos ocasión de conocer en Bilbao con ocasión de la ordenación episcopal de Mons. Joseba Segura.

El lunes 19 fue un día de descanso necesario y por ello no tuvimos actividad reseñable.

El martes 20 fuimos a Santo Domingo a conocer a su párroco el padre Euclides y a adquirir formas y vino al Monasterio de las HH. Carmelitas Descalzas. Ya por la tarde, no pudimos acudir a la celebración del Divino Niño porque teníamos «escuelita» (catequesis con adultos) con los miembros del grupo de Juan XXIII, lo cual hicimos con mucho agrado dada la gentileza y amabilidad de sus integrantes y la de cuantos conforman las diferentes parroquias en las que hemos tenido oportunidad de compartir.

El miércoles 21 impartimos la catequesis a los niños de un colegio. Por la tarde comenzamos el Triduo de Acción de Gracias por el 25 aniversario de la fundación de la diócesis de Babahoyo. Días antes Paulino nos pidió que nos documentáramos sobre el inicio de las misiones vascas en Ecuador. Así hicimos y pudimos compartir lo aprendido con la gente. Al finalizar la Eucaristía y tras despedirnos de la gente, recibimos la generosa y calurosa invitación de una simpática familia para cenar con ellos. Esta ha sido una de las grandes enseñanzas que recibimos en Ecuador, vivir en la felicidad cristiana y saber compartir a pesar de tener poco.

El jueves 22 a las 2 de la mañana partimos de vuelta hacia Bilbao con todo lo que habíamos recibido y aprendido con Paulino y la maravillosa gente con la que tiene la suerte de convivir y a quienes ya echamos de menos, pero ya falta menos para poder volver. Hasta la vuelta, gracias y un fuerte abrazo a todos cuantos integran las diferentes parroquias de la localidad de Quevedo por la oportunidad que nos han brindado para conocer una realidad en tierra de misión y, por supuesto, nueva para nosotros.