Compartimos comida y sobremesa con Don Francisco García, sacerdote diocesano. Nos contó su recorrido vocacional y sacerdotal. Don Francisco vivió desde los siete años en Sodupe, allí el párroco era Don Pedro Bengoa. Una de las cosas que hizo Don Pedro fue un coro con los niños, con los que iba a cantar a los pueblos de alrededor, de ese grupo salieron ocho seminaristas, de los cuales tres se ordenaron sacerdotes.

Después de años intensos de estudio en Castillo Lejabeitia, Vitoria y Derio y ser ordenado en 1959, su primer destino fue Zierbana. De ahí fue destinado a Santurce, estuvo de coadjutor en Mamariga durante año y medio, uno de los recuerdos más vividos de aquel lugar fueron los bautizos que eran de veinte en veinte niños.

Mientras tanto fue formando la parroquia de Las Viñas en una lonja que había sido el lavadero donde las mujeres iban a lavar la ropa. Una vez montadas las cosas básicas, el altar, los bancos, se celebró la primera misa el quince de octubre de 1967.

El inicio de la parroquia provoco un gran movimiento social, de unas quinientas personas, de ahí nació el consejo parroquial, el grupo scout, con el que se hizo un campamento conjuntamente con la parroquia de Repélega, la Legión de María, ejercicios espirituales y catequesis, con retiros de catequistas una vez al mes. Cuando había comuniones los niños tenían que estar en la calle porque en la iglesia no entraban.

Si algo resalta de todos estos años es la colaboración desinteresada de la gente. La misa de familia de las siete de la tarde de los sábados, el grupo de monaguillos, que eran doce, turnándose de dos en dos para acolitar cada semana, durante todos los días de la semana.

Recuerda con especial cariño los campamentos de verano en Pradolamata en Burgos, donde la parroquia compro un terreno, por donde pasaron más de doscientos niños, en dos turnos de quince días. Allí gracias a la colaboración de toda la feligresía se pudieron construir una cocina, habitaciones para las cocineras que eran madres de la parroquia y una habitación para el párroco. Se consiguió que Iberdrola donara un pabellón que se instaló en el terreno.  En 1969 un barco fue desguazado en Santurce, y consiguieron mucho material del barco como mantas, mesas de cocina, utensilios… que fueron usados en el campamento.

En este punto de la conversación hizo Don Francisco una reflexión: La comunidad parroquial se crea en acciones concretas.

Cuando ya finalizábamos la comida le pedimos unas palabras con las que nos pudiéramos quedar. Y apunto varias cosas. En primer lugar, antes de hablar pensar y dar siete vueltas a la lengua. También nos dijo que aprovecháramos mucho el tiempo y por último que no olvidáramos que detrás nuestro estaba siempre Jesús empujando nuestras acciones.

Ojalá nosotros podamos también poder llegar a tener unos años tan colmados de vida y de experiencia como Don Francisco.

Un año más, caminando en el tiempo de Adviento, nos encontramos celebrando a María en la solemnidad de su Inmaculada Concepción. Ella siempre es para nosotros un modelo en cómo prepararnos a la espera del Señor.

El relato evangélico que hemos escuchado contiene una gran noticia: “sólo Dios salva”, y esta es siempre su iniciativa. En el Niño que va a nacer está presente la salvación de Dios, es el Hijo de Dios que salva, por eso se llamará Jesús. María es la persona en quien se realiza la salvación que Dios anuncia por medio del ángel. Su sencillez, su disponibilidad, su capacidad de sorpresa… para acabar diciendo: “Hágase en mí según tu palabra”.

Celebrar a María hoy supone que también nosotros debemos ponernos a la escucha del Señor, guardando silencio, dejándonos sorprender por El, tratando de identificar sus planes para mi vida… en definitiva, mirando mi vida desde la Suya.

Para ello debemos mirar continuamente a María. Mirar su rostro. Mirar su sencillez. Mirar su disponibilidad. Mirar su capacidad de sorpresa. Mirar su serenidad. Mirar su oración. Mirar su discernimiento. Mirar su obediencia. Mirar a María poniendo por obra la voluntad de Dios. Mirar a María y aprender de Ella. Mirarla con cariño y comprensión.

¿Qué me hace decir al Señor la actitud de María?, ¿Qué compromiso concreto puedo decirle hoy al Señor desde la mirada a su Madre?

Y en esta festividad de María celebramos también en nuestra diócesis el “Día del Seminario”. Nuestros seminaristas, como todos los bautizados, están invitados a mirar a María, a encarnar en sus vida el “hágase” de la Virgen. Si desde el “hágase” de María empezó la encarnación del Hijo de Dios, con el “hágase” de cada cristiano se continúa esta misma historia de salvación.

Como recuerda nuestro Obispo en su carta para esta Jornada: “si la Iglesia vive de la Eucaristía, toda la Iglesia está concernida en que este misterio pueda ser habitualmente celebrado… Todos los miembros de la Iglesia debemos colaborar para suscitar las vocaciones al ministerio ordenado para que este sacramento sea siempre celebrado…”.

Si la encarnación del Hijo de Dios es una obra tan grande que sólo pudo hacerla el Espíritu Santo, uniendo la naturaleza divina a la naturaleza humana, el Espíritu Santo sigue, por medio del ministerio de los sacerdotes, haciendo posible actualizar esta encarnación en la comunidad cristiana.

 

Sigamos mirando a María para aprender de Ella. Oremos por nuestros seminaristas y por todas nuestras comunidades para vivir cada día conformes al plan de Dios.

Entrando en el corazón de los vizcaínos.

Experiencia muy interesante y estimulante culturalmente.

Hoy no es nada fácil responder a esta llamada. Resulta absolutamente sorprendente que cientos de jóvenes llamen todos los años a las puertas de los seminarios españoles dispuestos a entregar toda su vida para ser otros Jesús. Y que lo hagan a pesar de que en casi todas las televisiones continuamente se injurie y ridiculice al sacerdocio católico desde los informativos a los programas basura, desde los dibujos animados a las series narrativas, desde las tertulias a los documentales televisivos que difunden la tesis de que el celibato como el secreto de confesión deberían estar prohibidos y penalizados.

Pero no es sólo la televisión, también está el mundo educativo. Miles de profesores de Instituto inculcan en los adolescentes y en los jóvenes una imagen nefasta de los curas.

En realidad, podemos decir que si existe un chivo expiatorio en la cultura laicista que se nos impone, ese es el del escarnio al sacerdocio.

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