
Elegida del Señor
Madre mía inmaculada
No fuiste muda y cortada
Como se corta una flor
Pues hasta la bella rosa
O el oloroso jazmín
Se entrega mudo a su fin
Adorna y no piensa cosa
En cambio, tú, mi Señora
No eres yerba que se siega
Sino alma que a Dios se entrega
Libremente, aquí y ahora
Concédeme, Madre mía
Parecerme a tu figura
Que prefiera sepultura
A no ser como María
No tengo seda ni tul
Ni luna por pedestal
Pero quiero hoy cobijar
A mil en tu manto azul
Quiero ser como María
Que abierto esté el corazón
A la profunda oración
Y a quien encuentre este día
Amén
Alex Andreu
Seminarista Diocesano de Bilbao
4º Filosofía-Teología (II Fase)