Fecha: 13 de septiembre de 2023

Por: Juan Reyero Pontes

Durango, UP TABIRA – Desde hace meses, había soñado con asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Era una oportunidad única para fortalecer mi fe, conectar con otros jóvenes creyentes y experimentar la grandeza de la Iglesia Católica en compañía de los grupos de la Diócesis de Bizkaia. Pero este año, las circunstancias me impidieron estar físicamente presente en Lisboa para la JMJ.

A través de las redes sociales, viví una experiencia espiritual que nunca olvidaré. Como seminarista de la diócesis me propuse rezar y estar, al menos en la distancia unido a mis hermanos y humanas que iban camino al encuentro con el Papa el Lisboa.

He de reconocer que fue una elección dolorosa, pero estaba decidido a no dejar que la distancia física me privara de esta experiencia espiritual única. Así que decidí embarcarme en una travesía digital que me permitiría vivir la JMJ desde casa, gracias a las redes sociales.

Lo más sorprendente fue la comunidad en línea que surgió durante la JMJ. Me uní a grupos de discusión en redes sociales de parroquias que conocía, (las parroquias de la Asunción y la parroquia de San José Obrero de Móstoles entre otras): Y pude compartir reflexiones y oraciones, y conocí más a los jóvenes de estas parroquias. A través de los hashtags, pude ver cómo miles de personas de todo el mundo estaban conectadas por esta experiencia espiritual. La distancia geográfica se desvanecía ante la conexión que sentíamos en nuestras conversaciones y oraciones compartidas.

Me gustaría decir también que uno de los momentos más conmovedores de mi experiencia virtual en la JMJ de Lisboa fue el Vía Crucis. Aunque no pude estar presente físicamente en ese emocionante evento, la transmisión en vivo me permitió vivirlo de una manera especial.

Es cierto que yo no estuve, pero creo que, como yo otros y muchos cristianos, pudimos vivir y recibir los frutos de la JMJ de Lisboa. Le pido a Dios que si así lo quiere que pueda ir al próximo encuentro con el Papa en Roma en 2025; y por qué no a Seúl en 2027.

 

Día del seminario

SACERDOTES AL SERVICIO DE UNA IGLESIA EN CAMINO

El próximo 8 de diciembre, solemnidad de la Inmaculada Virgen María, se celebra el Día del Seminario. Este año bajo el lema, «Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino». 

La Subcomisión Episcopal para los Seminarios ha elaborado los materiales para apoyar la celebración de esta Jornada, que cada año se presenta como una ocasión para pedir, dar gracias y mostrar nuestra cercanía con los seminaristas, sus formadores y las vocaciones sacerdotales.

«Sacerdotes al servicio de una Iglesia en camino», lema de este año

El lema del Día del Seminario 2022 se inspira en el proceso sinodal en el que está inmersa la Iglesia. Así se explica en la reflexion teológica que se incluye entre los materiales. Y matiza, «el Sínodo universal en el que nos encontramos nos hace a todos ponernos en camino juntos».

Junto al Sínodo, dos palabras: sacerdotes y servicio. Sacerdotes, en plural, «recordándonos el sentido del seminario y llamándonos a acrecentar nuestra fraternidad. Los sacerdotes no hemos sido llamados para estar solos. El seminario nos enseña la importancia de la comunidad y la necesidad de vivir una sana fraternidad».

Además, se presenta la vocación sacerdotal como servicio. En el seminario, «los seminaristas aprenden a vivir el servicio y a servir a los hermanos, como parte integrante y fundamental de la vocación. Los intereses egoístas y el provecho propio han de desterrarse y deben dejar lugar al desarrollo de una vocación recibida para ser entregada. Solo desde la entrega la vocación recibe todo su sentido».

Y resume, «si decíamos que el ejemplo de la fraternidad sacerdotal constituye un impulso para los jóvenes que se plantean la vocación sacerdotal, también podemos afirmar que el testimonio de una vida entregada en el servicio infunde ánimos en el corazón de los jóvenes, deseosos de entregarse por completo a una tarea apasionante».  

El pasado domingo 25 de septiembre, Jornada Mundial del Migrante y Refugiado, se celebró en la parroquia de San Luis Beltrán de Bilbao la misa de inicio de curso de las comunidades china, africana y latinoamericana. La misa estuvo presidida por el vicario general Kerman López y acompañada por los sacerdotes que asisten a cada una de las comunidades, pero también por otros sacerdotes que quisieron estar presentes en esta celebración intercultural.

Fue una celebración que reflejó la pluralidad de la Iglesia universal, pero también la de la Iglesia local de Vizcaya que, como dijo el vicario general, en esa celebración se mostraba sus 1000 colores. 1000 kolore que es uno de los lemas del Goazen, con el que se inauguró el curso pastoral 2022 – 2023 en la diócesis, el día anterior 24 de septiembre.

Pero la celebración no fue sólo una muestra de la pluralidad de la Iglesia, sino que también fue “la fuerza del testimonio – lekuan lekuko” (lema del VI Plan de Evangelización de la diócesis) un testimonio de que Dios nos llama, nos sigue llamando a la fe, al encuentro con Él, y nos llama a vivir la vocación que quiere para cada uno de nosotros, a vivir con alegría el Evangelio y a transformar nuestras comunidades según el mensaje de Cristo.

Vocaciones que también son al sacerdocio, por lo que desde aquí animo a que si conocemos a alguien que pueda tener esta vocación, lo animemos a descubrir si realmente Dios lo llama a una vida de servicio desde el ser sacerdote.

Me despido por ahora con el deseo de que vivamos un curso feliz, lleno de alegría, de fe, esperanza y caridad, y de que nos podamos encontrar a lo largo de él en diferentes lugares y momentos para llenar de color nuestras vidas y la de los demás.

Un fuerte abrazo

Mario Díaz Bravo

Seminarista de tercera fase

He recibido la ordenación diaconal como un punto de partida a la obra
misionera y evangélica a la que me siento llamado por Dios. Ya desde
tiempo atrás he ido madurando mi vocación al servicio de Dios, tras una
primera etapa en Ecuador; la providencia guío mis pasos de modo que he
culminado mi formación en la diócesis de Bilbao, la cual me acogió y en la
que sirvo con mucha gratitud. El tiempo del seminario es un tiempo
especial de encuentro con Jesús vivo, que te invita a compartir su aventura
de amor con toda la alteridad. Cristo vivo te invita a seguir creando reino
ahí donde abunda el estrés y el sinsentido.

Recibir la ordenación es asumir la misión con una mirada renovada por la
fuerza de la gracia, una misión abundante que se abre ante los ojos del
futuro pastor como una fuerza que le impele al servicio y lo invita a la
caridad. Recibir el orden es situarse en la dinámica del don, es dejarse
capacitar por Dios para hacer extensiva la experiencia del Reino en los
límites temporales de la Iglesia.

Con la ordenación, la Iglesia, te reconoce ministro de su Evangelio, para
ofrecer palabra de Dios al mundo sediento de verdad. En dicho momentos,
muchas experiencias y aventuras vividas se cruzan por tu mente, recuerdas
a personas, situaciones, de las que has logrado aprender ayudado por Dios.
La emoción se conjuga con la felicidad y al mismo tiempo un temor te
acecha debido a la impericia inicial y los deseos de lograr un buen
comienzo del andar ministerial, al servicio del pueblo santo de Dios.

Con cada ordenación la Iglesia entera rebosa de alegría y esperanza porque
se agrega uno de estos mis pequeños, al número de aquellos amigos de
Jesús que están llamados a compartir no solo su alegría, sino también
momentos desolados debido al rechazo y la incomprensión de propios y
extraños. Ser ordenado ministro de Dios es dejarse configurar con Cristo,
haciendo extensiva en el hoy de la historia, su papel salvador y
santificador.

“En todo amar y servir” en esta frase San Ignacio de Loyola se puede resumir mi verano. En este verano desde nuestro seminario Diocesano se me animo a participar en diversas actividades para que creciera en amor y caridad con el prójimo.

“En todo amar y servir”

He podido estar con unos jóvenes de la zona de Sopelana y de Plencia en Ozaeta. Un momento para vivir con jóvenes y monitores de la experiencia del amor de Dios. Tanto los jóvenes como los monitores me han enseñado a que recibe más el que da que el que se queda sentado esperando.

Taizée… conocer a hermanos de otras confesiones

También he podido vivir la experiencia de Taizée. Un lugar ecuménico en Francia donde cristianos de diferentes confesiones se juntan para rezar y trabajar. Esta experiencia ha sido para mí muy rica y me ha permitido conocer a hermanos de otras confesiones. Como anécdota puedo decir que puede hacer de traductor en un grupo de biblia, compuesto no sólo por cristianos sino también por musulmanes. Este momento me ha enseñado que todo somos hermanos de una misma familia, en la que la figura de Abraham como padre nos une más de lo que yo podía saber.

… mi amor por ellos en medio de lo cotidiano de cada día a crecido y ha ido madurando.

Por otro lado estuve con mi familia. En este contesto familiar he podido vivir de esa frase de la que hablaba antes: “En todo amar y servir”. Digo esto por que en este tiempo al servicio y ayuda de mis padres, mi amor por ellos en medio de lo cotidiano de cada día a crecido y ha ido madurando.

las hijas de Madre Teresa de Calcuta…

Por último señalará de este verano mi experiencia con las misioneras de la caridad. En el centro de Madrid, cerca de Madrid Río hay una humilde casa donde las hijas de Madre Teresa de Calcuta acogen a lo despreciado de la sociedad, pero queridos e hijos predilectos del Señor. En este ambiente de servicio es podido ver y tocar el cuerpo herido y enfermo de Cristo reflejado en los mendigos y en los enfermos de VIH.

  

Pues este ha sido mi verano que he querido llamar: “En todo amar y servir”.

El pasado sábado 25 de junio tuvo lugar en la Catedral de Santiago la ordenación sacerdotal de Jaime Pizarro y Txomin Alonso. A continuación se presenta la acción de gracias que realizaron al terminar la celebración.

 

ACCIÓN DE GRACIAS 

Estimado Obispo de Bilbao, hermanos presbíteros, queridos diáconos, erlijioso maiteak, eliz arduradun laiko agurgarriak, fedean eta maitasunean anai-arrebok, lagun maiteak, mila esker Jaime eta bioi ospakizun honetan laguntzagatik.

Al llegar al final de esta celebración, queremos empezar dando gracias a Dios que pensó, nos propuso y nos acompaña en esta aventura vocacional. Sin Él todo lo que hemos celebrado hoy no tendría sentido, y por eso hemos escogido el lema de “Yo soy la vid, vosotros los sarmientos; el que permanece en mí y yo en él, ese da fruto abundante”.

Por ello, como comunidad cristiana que sois, queremos pediros que no dejéis de rezar por nosotros para que correspondamos, en la medida de lo posible, a todo esto que hoy hemos recibido. También queremos dar gracias a toda la Iglesia, a la comunidad cristiana con la que caminamos, porque en ella hemos sido acompañados por Dios y hemos recibido la ayuda para crecer, encontrarnos con Cristo y unirnos a Él.

Tal y como nos indicaba el Obispo en la Carta Pastoral de Cuaresma y Pascua, queremos, desde el ministerio presbiteral,  caminar junto a las personas de la comunidad cuidándonos mutuamente, y fortalecer los lazos de afecto mutuo que hacen a una sociedad verdaderamente humana. Además, cómo plantea el Documento Preparatorio del Sínodo, favorecer que en las comunidades y en las personas germinen sueños a la vez que estimulamos la confianza. ¿Cómo?

Una propuesta es vivir y favorecer la opción preferencial por los pobres desde el samaritanismo completo. Esto es, acercarse, curar y cuidar al apaleado… sin dejar al posadero endeudado.

Como plantea el Papa Francisco en la Encíclica sobre la fraternidad y amistad social, Fratelli tutti, se trataría de volverme prójimo de los otros (n. 81). Ahora bien, tanto de los apaleados de la historia, como de los hospederos que ayudan a ayudar en la historia.

Así, como hizo el samaritano con el posadero, la cuestión es que dejen de ser considerados como simples recursos para el desarrollo de planes o de acciones solidarias comunitarias; para ser reconocidos como seres humanos libres que generan libertad.

Además, a un samaritano que asume riesgos y que, a tiempo; incluso antes de producirse; atiende los gastos, desgastes y disgustos de quienes le van a ayudar a ayudar, aunque no sean de su grupo, y que confía en cómo saben curar: ¿Cómo no acogerle, cómo negarle la voz y la toma de decisiones en la comunidad? No estará haciendo realidad eso de que Dios es amar.

Gracias por habernos acompañado en este camino. Nos seguimos viendo en el camino y la verdad y la vida.

Ya estamos en la recta final del curso. Toca dar el último empujón antes de acabarlo. Pero no es un empujón sencillo, pues junto a las comuniones, confirmaciones y bautizos que se presentan me toca prepararme para la ordenación presbiteral.

Ya estamos en la recta final del curso. Toca dar el último empujón antes de acabarlo.

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Cierto es que ya llevo unos años discerniendo la vocación y preparándome para este paso; al igual que las niñas y niños que van a recibir la primera comunión (esperemos que no la última), las jóvenes y adultas que van a confirmarse, y los esposos que van a casarse.

Sin embargo, como a estas personas, prepararse para la celebración supone prepararla para que quienes quieren compartir ese día con uno puedan acompañar disfrutando.

Así, preparar la celebración es un acto de servicio a los demás más que a uno mismo; pues de ser este el caso, lo que se celebra será para mayor gloria de los que se ordenan y no de Dios, quien tiene en cuenta a los que se ordenan, a los que acompañan, y a quienes no acompañan; sean creyentes o no, no hayan podido o querido venir.

no ocultar al verdadero Protagonista.

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Es este un último servicio como seminaristas, tanto de Jaime como mío; pues, como la celebración es de la Iglesia, nos toca hacer que sea cierto esto para no ocultar al verdadero Protagonista.

Rio de Janeiro

Hace poco estuve en Radio Popular, la emisora de la diócesis de Bilbao, para grabar un programa al que cada mes vamos alguno de los seminaristas acompañados del rector para hablar de nosotros, del proceso vocacional, o la vida del seminario. Es un programa de pocos minutos que invito a escuchar y el cual me ha animado a hacer una breve reflexión sobre los medios de comunicación y la responsabilidad que tenemos con ellos.

Los medios de comunicación, lo reconocía ya el Concilio Vaticano II

Los medios de comunicación, lo reconocía ya el Concilio Vaticano II en su decreto Inter Mirifica, son una ayuda valiosa para propagar el reino de Dios, anuncio que es un deber para todo cristiano ya que surge de las palabras de Jesús “id y haced discípulos a todas las naciones” (Mt 28,19)

Hasta inicios de este siglo los medios de comunicación sociales eran la prensa, la radio, el cine, la televisión, por tanto, éramos en gran medida consumidores de contenido sin poder participar de lo que estos medios ofrecían. A partir de la masificación de internet y de la popularización de las redes sociales ya no somos meros consumidores, sino que también podemos ser autores de contenido, o al menos difusores de aquellos contenidos que creemos son relevantes para que otros los conozcan.

Los medios de comunicación se pueden usar para propagar información que no lo es y que además puede causar daño a las personas.

Lo anterior que es una oportunidad, también es una gran responsabilidad ya que el uso que demos puede ser para hacer el bien a las personas, ayudando a difundir conocimiento y verdad, pero también se pueden usar para propagar información que no lo es y que además puede causar daño a las personas.

Por tanto, mi invitación es a que aprovechemos las oportunidades que la ciencia y la tecnología nos ofrecen para comunicarnos, discerniendo lo bueno (cf. Rom 12,2) para que lo que comuniquemos sean para llevar a todas las personas fe, esperanza y caridad, con verdad y alegría, llevando la luz de Cristo a todos, y a la vez ser conscientes que por épocas surgen modas que se presentan como verdades que se deben defender por todo buen ciudadano, pero que en realidad pueden alejarnos de nuestra identidad cristiana, por lo que debemos formarnos para afianzar nuestra fe, no caer en modas pasajeras, y en todo momento saber dar razón de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15)

El pasado viernes, 29 de abril, el padre Petru David, sacerdote de la parroquia ortodoxa de «Todos los Santos» Bilbao, y yo, visitamos el Seminario Diocesano de Bilbao, aceptando la invitación de su rector, Aitor Uribelarrea Gamero.

Conocer para poder amar.

En esta visita, tuvimos la oportunidad de asistir a una misa católica, algo muy interesante para nosotros, y de compartir luego mesa con el padre Aitor y los seminaristas.
La conversación que siguió giró en torno a varios temas, tales como el sacerdocio y la misión del sacerdote en la actualidad, la tradición litúrgica ortodoxa y católica, el diálogo ecuménico y otros.

Hermanos y unidos en y por Cristo.

En un ambiente fraternal y con la alegría de la Resurrección de Cristo siempre presente, nos sentimos muy agradecidos de conocer a estos jóvenes, que están llamados a ser «Luz del mundo», «Sal de la tierra» y «Ciudad situada en la cima de un monte».
Queremos expresar nuestro agradecimiento al padre Aitor y a todos los seminaristas por esta invitación y por la hospitalidad que nos ofrecieron.
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!