Ya estamos en la recta final del curso. Toca dar el último empujón antes de acabarlo. Pero no es un empujón sencillo, pues junto a las comuniones, confirmaciones y bautizos que se presentan me toca prepararme para la ordenación presbiteral.

Ya estamos en la recta final del curso. Toca dar el último empujón antes de acabarlo.

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Cierto es que ya llevo unos años discerniendo la vocación y preparándome para este paso; al igual que las niñas y niños que van a recibir la primera comunión (esperemos que no la última), las jóvenes y adultas que van a confirmarse, y los esposos que van a casarse.

Sin embargo, como a estas personas, prepararse para la celebración supone prepararla para que quienes quieren compartir ese día con uno puedan acompañar disfrutando.

Así, preparar la celebración es un acto de servicio a los demás más que a uno mismo; pues de ser este el caso, lo que se celebra será para mayor gloria de los que se ordenan y no de Dios, quien tiene en cuenta a los que se ordenan, a los que acompañan, y a quienes no acompañan; sean creyentes o no, no hayan podido o querido venir.

no ocultar al verdadero Protagonista.

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Es este un último servicio como seminaristas, tanto de Jaime como mío; pues, como la celebración es de la Iglesia, nos toca hacer que sea cierto esto para no ocultar al verdadero Protagonista.

Rio de Janeiro

Hace poco estuve en Radio Popular, la emisora de la diócesis de Bilbao, para grabar un programa al que cada mes vamos alguno de los seminaristas acompañados del rector para hablar de nosotros, del proceso vocacional, o la vida del seminario. Es un programa de pocos minutos que invito a escuchar y el cual me ha animado a hacer una breve reflexión sobre los medios de comunicación y la responsabilidad que tenemos con ellos.

Los medios de comunicación, lo reconocía ya el Concilio Vaticano II

Los medios de comunicación, lo reconocía ya el Concilio Vaticano II en su decreto Inter Mirifica, son una ayuda valiosa para propagar el reino de Dios, anuncio que es un deber para todo cristiano ya que surge de las palabras de Jesús “id y haced discípulos a todas las naciones” (Mt 28,19)

Hasta inicios de este siglo los medios de comunicación sociales eran la prensa, la radio, el cine, la televisión, por tanto, éramos en gran medida consumidores de contenido sin poder participar de lo que estos medios ofrecían. A partir de la masificación de internet y de la popularización de las redes sociales ya no somos meros consumidores, sino que también podemos ser autores de contenido, o al menos difusores de aquellos contenidos que creemos son relevantes para que otros los conozcan.

Los medios de comunicación se pueden usar para propagar información que no lo es y que además puede causar daño a las personas.

Lo anterior que es una oportunidad, también es una gran responsabilidad ya que el uso que demos puede ser para hacer el bien a las personas, ayudando a difundir conocimiento y verdad, pero también se pueden usar para propagar información que no lo es y que además puede causar daño a las personas.

Por tanto, mi invitación es a que aprovechemos las oportunidades que la ciencia y la tecnología nos ofrecen para comunicarnos, discerniendo lo bueno (cf. Rom 12,2) para que lo que comuniquemos sean para llevar a todas las personas fe, esperanza y caridad, con verdad y alegría, llevando la luz de Cristo a todos, y a la vez ser conscientes que por épocas surgen modas que se presentan como verdades que se deben defender por todo buen ciudadano, pero que en realidad pueden alejarnos de nuestra identidad cristiana, por lo que debemos formarnos para afianzar nuestra fe, no caer en modas pasajeras, y en todo momento saber dar razón de nuestra esperanza (cf. 1Pe 3,15)

El pasado viernes, 29 de abril, el padre Petru David, sacerdote de la parroquia ortodoxa de «Todos los Santos» Bilbao, y yo, visitamos el Seminario Diocesano de Bilbao, aceptando la invitación de su rector, Aitor Uribelarrea Gamero.

Conocer para poder amar.

En esta visita, tuvimos la oportunidad de asistir a una misa católica, algo muy interesante para nosotros, y de compartir luego mesa con el padre Aitor y los seminaristas.
La conversación que siguió giró en torno a varios temas, tales como el sacerdocio y la misión del sacerdote en la actualidad, la tradición litúrgica ortodoxa y católica, el diálogo ecuménico y otros.

Hermanos y unidos en y por Cristo.

En un ambiente fraternal y con la alegría de la Resurrección de Cristo siempre presente, nos sentimos muy agradecidos de conocer a estos jóvenes, que están llamados a ser «Luz del mundo», «Sal de la tierra» y «Ciudad situada en la cima de un monte».
Queremos expresar nuestro agradecimiento al padre Aitor y a todos los seminaristas por esta invitación y por la hospitalidad que nos ofrecieron.
¡Cristo ha resucitado! ¡Verdaderamente ha resucitado!

 

Para el pensamiento cristiano, la castidad no se reduce a una forma de mero autodominio, sino que ha de ser com­prendida como una forma de templanza. A tal descubrimiento podía haber llegado la filosofía pagana. Pero, siguiendo el pensamiento de san Pablo, los Padres de la Iglesia dan un paso más: la castidad respeta el templo de Dios y la imagen de Dios que es cada per­sona.

La virtud de la castidad no puede limitarse a evitar los pecados de lujuria.

La virtud de la castidad no puede limitarse a evitar los pecados de lujuria. La virtud genera y motiva las actitudes y los actos que, en primer lugar, llevan a la valoración de la corporeidad humana, a la integración del placer se­xual en la dinámica de la maduración personal y relacio­na) de la persona.

 

En consecuencia, la virtud de la cas­tidad promueve y tutela la valoración positiva del amor, especialmente en su dimensión conyugal, y la defensa de la dimensión personal de la procreación de las nuevas vidas humanas. «La castidad consiste en el dominio de sí, en la capacidad de orientar el instinto sexual al servicio del amor y de integrarlo en el desarrollo de la persona» (OAH 18).

En este contexto, es necesario precisar que, más allá de un planteamiento meramente prohibitivo, la educación de la sexualidad y el ejercicio de la virtud de la castidad tienden a la promoción de auténticos valores éticos po­sitivos:

«La sexualidad está llamada a expresar valores diversos a los que corresponden exigencias morales específicas; orientada hacia el diálogo interpersonal, contribuye a la maduración integral del hombre abriéndolo al don de sí en el amor; vinculada, por otra parte, en el orden de la creación, a la fecundidad y a la transmisión de la vida, está llamada a ser fiel también a esta finalidad suya interna. Amor y fecundidad son, por tanto, significados y valores de la sexualidad que se incluyen y reclaman mu­tuamente y no pueden, en consecuencia, ser considerados ni alternativos ni opuestos» (OAH 32).

Vivir la castidad es vivir el valor de la generosidad, la superación del narcisismo

Vivir la castidad es vivir el valor de la generosidad, la superación del narcisismo y el descubrimiento de las infinitas posibilidades de vida y de realización que ofrece el encuentro con los otros.

 

Te has preguntado alguna vez que podemos decir de la definición de familia, existen muchas definiciones de familia, en este apartado extraigo aquellas que me han resultado más sugerentes.

  1. La familia es una institución que se encuentra en todas las sociedades humanas, pero también que, en el tiempo y el espacio, ha adoptado variadas formas. Es así que, obviando etapas anteriores, nos situamos frente a la familia monogámica, un tipo de familia formada por parientes de sangre y afinidad que son la base principal del parentesco (Benítez, M.E; 2017, p. 59)[1].
  2. Se entiende por familia extensa, aquella que reúne a todos los parientes y personas con vínculos reconocidos como tales. El concepto se empleaba como sinónimo de familia consanguínea. Los vínculos civiles, matrimonio y adopción, al conferir la condición de parentesco, extienden el concepto más allá de la consanguinidad. Recoge diferentes núcleos u hogares, con características diferentes: desde organizaciones en las que conviven miembros de tres generaciones y colaterales, hasta hogares monoparentales (Sánchez, C; 2008, p. 15)[2].
  3. La familia es un conjunto de individuos emparentados ligados entre sí ya sea por la alianza, el matrimonio, sea por la filiación, más excepcionalmente por la adopción (parentesco) y que viven bajo un mismo techo (cohabitación) (Bourdieu, P; 1997, p. 126)[3]
  4. Las familias reconstituidas son aquellas compuestas por una pareja casada legalmente, en la que por lo menos uno de los cónyuges ha estado casado legalmente y tiene un hijo o hija de su matrimonio anterior, que vive a tiempo completo o parcial con la pareja (Pacheco, K. Z. W., Bou, F. N. C., & Serrano-García, I; 2006, p. 19)[4].
  5. La familia es el grupo natural del ser humano, es único y particular. Es el grupo de intermediación entre el individuo y la sociedad, en cuyo ámbito el sujeto adquiere su identidad y su posición individual dentro de la red intergeneracional.

 

Constituye el grupo más primario del ser humano; en ella el hombre inscribe sus primeros sentimientos, sus primeras vivencias e incorpora las principales pautas de comportamiento y le da un sentido a su vida. Sin embargo, a pesar de las grandes transformaciones del mundo contemporáneo, la familia sigue siendo el hábitat natural del hombre, ya que cumple funciones que son insustituibles por otros grupos e instituciones (Placeres Hernández, J. F., Olver Moncayo, D. H., Rosero Mora, G. M., Urgilés Calero, R. J., & Abdala-Jalil Barbadillo, S; 2017, p. 261)[5].

 

Existen diversas definiciones de familia cada una apelando a diversas situaciones, sin embargo, la familia desde el punto de vista de la tradición cristiana es el pilar de la sociedad humana. Por tanto se debe custodiar y velar por la recta adecuación de la estructura social para beneficiar el sano desarrollo de la vivencia familiar.

No existe familia perfecta, en todas existe el reto de buscar la unidad y la paz. Desde la perspectiva cristiana se presenta la comunión dual de las parejas como una oportunidad de vincularse más a Dios a pesar de las dificultades que poseen en su historia de vida.

[1] Benítez Pérez, M. E. (2017). La familia: Desde lo tradicional a lo discutible. Revista Novedades en Población, 13(26), 58-68.

[2] Sánchez, C. (2008). La familia: concepto, cambios y nuevos modelos. Revista la Revue du REDIF, 2(1), 15.

[3] Bourdieu, P. (1997). Espíritu de familia. Razones prácticas. Sobre la teoría de la acción, 126-138.

[4] Pacheco, K. Z. W., Bou, F. N. C., & Serrano-García, I. (2006). Familia Reconstituida El Significado de» Familia» en la Familia Reconstituida. Psicología Iberoamericana14(2), 16-27.

[5] Placeres Hernández, J. F., Olver Moncayo, D. H., Rosero Mora, G. M., Urgilés Calero, R. J., & Abdala-Jalil Barbadillo, S. (2017). La familia homoparental en la realidad y la diversidad familiar actual. Revista Médica Electrónica39(2), 361-369.