Mario Diaz Bravo

Unidad Pastoral San Fausto

Hemos empezado un nuevo curso, curso 2023 – 2024, con ilusiones
renovadas, con deseo de avanzar en nuestro proceso vocacional, y
con el deseo de servir allí donde estamos destinados, parroquias y
unidades pastorales, pero también de servir a la diócesis y a la Iglesia
universal, con nuestro trabajo y con los dones, carismas, cualidades
que Dios nos ha regalado.
Por eso este año como parte de nuestro proceso formativo los
seminaristas y los jóvenes que están en el grupo de discernimiento
vocacional vamos a visitar diferentes comunidades de nuestra
diócesis al menos una vez al mes, lo haremos un viernes en la tarde,
visita a la que están invitados todos aquellos que sientan una
inquietud vocacional hacia el sacerdocio o la vida religiosa.
Iniciativa que comenzamos el pasado viernes con la visita a las
Carmelitas Descalzas de Getxo, en esta ocasión acompañados por el
rector. Fue una visita entrañable en la que como seminario diocesano
pudimos compartir un momento con estas religiosas que rezan por
nosotros como seminaristas, por todas las vocaciones, y por la
santificación de todas las personas.
Aunque a la mayoría no nos conocían en persona, sí que lo hacían por
las fotos del Kronika que cada año con motivo del día del seminario
les hacemos llegar a todas las comunidades y por las cartas que
también por ese día les mandamos para contarles aspectos de
nuestro proceso vocacional.
Después de las presentaciones y de compartir unas risas rezamos
juntos las vísperas con la que nos despedimos, no sin antes
agradecerles su oración constante y la deliciosa limonada y las
galletas con las que nos recibieron, además del libro Historia de un
Alma de Santa Teresita del Niño Jesús que nos regalaron a cada uno.
Una visita muy agradable que como he comentado continuaremos
con otras a lo largo del curso.
Después de esa visita, aprovechando que estábamos cerca, fuimos a
la parroquia de San Ignacio a saludar a nuestro anterior rector, el
padre Aitor Uribelarrea, quien nos recibió como siempre con mucha
calidez y con quien compartimos la experiencia de esa nueva
iniciativa de visitas a las comunidades.
Animo a todos a que también de vez en cuando visiten a las
comunidades religiosas, seguro que como nos pasó a nosotros salen
con un sentimiento de alegría, de paz, y de mucho agradecimiento
por estas personas que se dedican a rezar por el mundo entero.

Fecha: 13 de septiembre de 2023

Por: Juan Reyero Pontes

Durango, UP TABIRA – Desde hace meses, había soñado con asistir a la Jornada Mundial de la Juventud (JMJ). Era una oportunidad única para fortalecer mi fe, conectar con otros jóvenes creyentes y experimentar la grandeza de la Iglesia Católica en compañía de los grupos de la Diócesis de Bizkaia. Pero este año, las circunstancias me impidieron estar físicamente presente en Lisboa para la JMJ.

A través de las redes sociales, viví una experiencia espiritual que nunca olvidaré. Como seminarista de la diócesis me propuse rezar y estar, al menos en la distancia unido a mis hermanos y humanas que iban camino al encuentro con el Papa el Lisboa.

He de reconocer que fue una elección dolorosa, pero estaba decidido a no dejar que la distancia física me privara de esta experiencia espiritual única. Así que decidí embarcarme en una travesía digital que me permitiría vivir la JMJ desde casa, gracias a las redes sociales.

Lo más sorprendente fue la comunidad en línea que surgió durante la JMJ. Me uní a grupos de discusión en redes sociales de parroquias que conocía, (las parroquias de la Asunción y la parroquia de San José Obrero de Móstoles entre otras): Y pude compartir reflexiones y oraciones, y conocí más a los jóvenes de estas parroquias. A través de los hashtags, pude ver cómo miles de personas de todo el mundo estaban conectadas por esta experiencia espiritual. La distancia geográfica se desvanecía ante la conexión que sentíamos en nuestras conversaciones y oraciones compartidas.

Me gustaría decir también que uno de los momentos más conmovedores de mi experiencia virtual en la JMJ de Lisboa fue el Vía Crucis. Aunque no pude estar presente físicamente en ese emocionante evento, la transmisión en vivo me permitió vivirlo de una manera especial.

Es cierto que yo no estuve, pero creo que, como yo otros y muchos cristianos, pudimos vivir y recibir los frutos de la JMJ de Lisboa. Le pido a Dios que si así lo quiere que pueda ir al próximo encuentro con el Papa en Roma en 2025; y por qué no a Seúl en 2027.