Ahora que estamos en un proceso sinodal en la Iglesia universal precisamente para debatir sobre sinodalidad, me gustaría hacer un breve comentario sobre lo que significa sinodalidad (un caminar juntos)

La Iglesia, nos dice el Concilio Vaticano II, es una realidad en la que todos sus miembros somos iguales, igual dignidad que se da por el bautismo, por el cual nos unimos a Cristo en sus funciones profética, sacerdotal y regia, por tanto si todos somos iguales y estamos unidos a Cristo en estas tres funciones, todos tenemos una responsabilidad en la marcha de la Iglesia, todos debemos caminar juntos en la misión que tenemos de anunciar a Cristo y edificar su Iglesia.

Somos cuerpo de Cristo en el que cada uno cumple su función de acuerdo a su vocación y condición, por eso en la Iglesia hay distintas responsabilidades, por el sacerdocio ministerial, pero también por el sacerdocio común que se adquiere con el bautismo, en el cometido de participar por el bien de la Iglesia, anunciando a Cristo, participando de sus sacramentos, y contribuyendo en el gobierno de la Iglesia a través de los procedimientos previstos, uno de ellos la participación en los procesos sinodales.

Somos cuerpo de Cristo en el que cada uno cumple su función de acuerdo a su vocación y condición

Pero aparte de cuerpo de Cristo también somos Pueblo de Dios, un pueblo sacerdotal, en el que ambos sacerdocios, el ministerial y el común, se orientan a trabajar juntos, el ministerial para pastorear, para guiar a los fieles, y el común para colaborar con ellos en esa misión. Pueblo de Dios que camina junto y manifiesta la unidad de la Iglesia, unidad  reflejo del misterio de comunión y unidad que es el Dios trinitario en el que creemos.

Por tanto la sinodalidad es un caminar juntos en el que cada uno, desde su vocación, debe contribuir en el anuncio del Evangelio y en el caminar histórico de la Iglesia, lo que debe siempre hacerse buscando la voluntad de Dios, para lo cual debemos ser perseverantes en la oración, en la vida sacramental y en la lectura de su Palabra.

Con el anhelo de que en esta Navidad el Señor hecho niño venga a cada uno de sus corazones y los ayude a acercarse cada día más a Él, les deseo una Feliz Navidad y un bendecido año 2022.