Hoy en día en las librerías están muy de moda los libros de autoayuda, mientras que los de religión y los de espiritualidad están relegados a una pequeña sección. Estamos entrando en una época de fundirnos con el entorno en un todo y dejar fluir. Estamos en la época de Mindfulness, el Yoga, control de la respiración, técnicas de visualización, y un largo etc. Estas técnicas, sin embargo, tienen un peligro, y es que empiezan y acaban en nosotros mismos. Cuando rezamos hay una alteridad con el Otro (con letras mayúsculas) que es Dios. Es Dios cara a cara con nosotros. Por eso hacernos conscientes de que hay un Otro, que vela por nosotros a la vez que quiere que seamos libres es muy importante.

Ese encuentro es con Dios es como la relación con una persona, hay que cultivarla diariamente. Al acabar el día, San Ignacio de Loyola, que vivió a caballo entre los siglos XV y XVI nos proponía como releer nuestra jornada ante Dios.

Para ello nos propuso cinco pasos.

  1. Entrada: Me pongo ante Dios, con todo lo que yo soy, con mi estado de ánimo, mis proyectos, mis limitaciones, mis virtudes.
  2. Gracia: Pido a Dios que me ilumine acerca de lo que he vivido en este día, hago un repaso del día.
  3. Acción de gracias: Pongo en su presencia los beneficios que hoy he recibido de Dios, las personas con las que he estado, aquellas que quiero llevar a su presencia porque están en dificultades, o agradecer que a tal o tal persona le haya ido bien en algo.
  4. Perdón: Considero aquí aquellas en las que he fallado, en las que tengo que mejorar, y le pido perdón.
  5. Oración de ofrenda: Todo lo que he rezado anteriormente lo pongo en sus manos, le pido que me proteja durante la noche y que como rezamos en la oración de completas del martes “Concédenos un descanso tranquilo; que mañana nos levantemos en tu nombre y podamos contemplar, con salud y gozo el clarear del nuevo día”

El martes en el himno del rezo de completas rezamos “Velero inquieto marinero, ya mi timón preparo – tu el mar y el cielo claro – hacia el alba que espero”. Como marineros que somos hacia el alba que esperamos podemos hacer al final de la oración un cuaderno de bitácora y apuntar en él una palabra, un breve pensamiento que selle ese día de alguna manera.